jueves, 3 de noviembre de 2011

pero...¿el porque del monumento?

El gobierno colombiano abrió un concurso internacional, en el cual participaron trece escultores, entre colombianos y españoles, entre éstos Julio González Pola (1865-1929), escultor laureado en varias exposiciones, quien finalmente resultó ganador.
Las figuras principales del monumento de Ayacucho son: las estatuas de Antonio José de Sucre - quien como general en jefe del ejército patriota dirigió la batalla- y José María Córdova, jefe de una de las cuatro divisiones del ejército.
En la parte frontal hay un relieve descriptivo del momento de la batalla y en la parte posterior, otro, que muestra el momento de la capitulación del ejército español. El relieve funciona como un cuadro descriptivo que amplía los momentos más relevantes del hecho histórico, en este caso la valentía en la batalla y la nobleza en la capitulación.
Estos valores son reforzados con las placas que se encuentran a cada lado del relieve, en las que se transcriben las palabras de Bolívar y Canterac, el general perdedor.   
En la placa izquierda dice: "Excelentísimo Señor Libertador Simón Bolívar: Como amante a la gloria, aunque vencido no puedo menos que felicitar a vuestra excelencia por haber terminado su empresa en el Perú con la jornada de Ayacucho... José de Canterac, general del ejército español."

En la placa derecha: "Señor general don José de Canterac: Usted me complimenta  por los sucesos de nuestras armas; a la verdad este rasgo es generoso y digno por lo mismo de gratitud... En fin querido general ustedes deben convencerse de que han cumplido su deber. Simón Bolívar".
En la parte media del monumento aparecen medallones de menor tamaño, envueltos en ramas de olivo (que representan la victoria), con perfiles de bronce de los generales que dirigieron las otras divisiones del ejército libertador: Francisco Burdett O'Connor, José de la Mar, Guillermo Miller y Jacinto Lara.
Los principales símbolos que acompañan el monumento son conocidos en el lenguaje escultórico como figuras subsidiarias. En muchas ocasiones éstas tienen más relevancia visual que las figuras principales y son esenciales en este tipo de monumentos porque contribuyen a explicar el verdadero alcance ideológico del mismo.
En la parte superior hay una mujer con una corona de laurel sobre un orbe (alegoría de la filosofía) y tiene su pie derecho sobre el continente americano.
En la mano derecha lleva una antorcha encendida y en la izquierda, en lo alto, un ave (símbolos de libertad).
En la parte superior, al frente, hay un escudo de Colombia; al respaldo, una corona de laurel que envuelve los escudos de los países bolivarianos: Venezuela, Bolivia, Colombia, Perú y Ecuador.
En cada una de las cuatro esquinas del conjunto escultórico, hay un león yacente (símbolo de grandeza, valentía y nobleza) con una rama de laurel. (Como se, no ahorraban en laurel.) Cuando el monumento fue inaugurado, en 1930, lo pusieron frente a la iglesia de San Agustín, en una plaza que desde 1910 llevaba el nombre de plaza de Ayacucho (calle Sexta con carrera Séptima) y que hasta ese momento ocupaba la estatua de Sucre, de Raoul Charles Verlet (1912) que, como casi todo los monumentos bogotanos, ha emprendido un desorganizado itinerario turístico y actualmente está junto a la iglesia de Lourdes.
Hacia 1950 la obra fue rodeada por jardines, concebidos con la intención de crear un lugar de permanencia para los bogotanos.
En la pelea de los carros contra los parques, ganaron los automotores y la plaza fue eliminada y convertida en un desapacible trozo de la calle Sexta, y el monumento fue trasladado a una plazoleta casi secreta donde se encuentra actualmente que, por ser aledaña a edificios del gobierno, tiene un cerramiento.
De esta manera, la obra ha perdido significación dentro de la ciudad, pues al no ser éste un lugar de libre acceso al público, hay una contradicción con la esencia misma del monumento: actuar como glorificador de nuestros próceres y dispositivo de la memoria histórica.

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